Ante situaciones como accidentes de tránsito, inundaciones, asesinatos, incendios, atropellos, muerte de un familiar o cualquier otro, los afectados presentan necesidades a nivel psicológico. Estas son tan importantes de resolver como las necesidades físicas, pues en muchos de los casos, afectan el normal funcionamiento de las personas en su entorno laboral, social, familiar y de recreo.
El principal temor que presentan las personas después de una situación inesperada es el miedo a que vuelva a suceder. En el mejor de los casos prestan mayor atención y están más alerta, cuidándose de la situación fatal vivida.
Las secuelas psicológicas más comunes son: problemas para dormir, dolores de cabeza, pesadillas angustiantes, estrés, falta de interés, pérdida de confianza en sí mismo, ataques de ansiedad, depresión, fobias, trastornos alimenticios, ira, resentimiento, irritabilidad, preocupación excesiva y sentimientos suicidas.
Todo ser humano que se enfrenta a una situación que produce estrés y un desequilibrio en su estado emocional, físico y mental, imposibilita su normal funcionamiento. En este mismo sentido debe acudir a centros especializados que brinden ayuda psicológica, como los hospitales, fundaciones, clínicas psicológicas y centros de rehabilitación.
Mida las consecuencias
Quienes han pasado por esas situaciones, pueden sufrir:
1. Ataques de pánico, acompañados de temblores y sudoraciones.
2. Depresión y perdida de interés
3. Ira y agresividad, manifestada claramente en situaciones comunes de la vida diaria.
4. Abuso y uso de drogas y alcohol, como medio de eliminar y olvidar el dolor físico y emocional.
5. Miedo extremo y evitación de situaciones similares en la que se desencadenó el trauma.
6. Aislamiento social, por el sentimiento de incapacidad.
Ante la pérdida de un ser querido, los familiares y niños deben recibir apoyo orientado a:
1. Enfrentar la pérdida, aunque surjan sentimientos de dolor.
2. Aprender a vivir sin el ser querido.
3. Reconocer que la aflicción puede durar un buen tiempo.
4. Ayudar a superar la culpa en los casos de resentimiento con la persona fallecida.
5. Superar el proceso normal de aflicción.
6. Retomar las metas y aspiraciones que se perdieron con la muerte del familiar.
7. Recuperar la energía emocional perdida.
Ninguna persona, ante una situación difícil que produce desequilibrio emocional, puede salir adelante sola. Siempre es necesaria e importante la ayuda profesional de especialistas, familiares y seres queridos.