Para mantener la piel hidratada se debe proporcionar agua a nuestra piel.
Hay que hidratar la piel tanto en el exterior como en el interior.
Desde el exterior: Se hará con el uso de productos hidratantes acorde con las necesidades de cada uno.
Es muy importante saber qué tipo de piel tenemos y tenerlo en cuenta a la hora de elegir o comprar lociones o cremas.
Los mejores momentos para hidratar la piel y en los que las rutinas que llevemos a cabo serán más efectivas son por la mañana y por la noche. Por la mañana será tras levantarse de la cama y antes de empezar la rutina diaria y por la noche, justo al final del día, después de haber eliminado el maquillaje por completo. Siempre con la cara totalmente limpia para que no haya ninguna partícula de suciedad que impida una completa penetración del producto hidrata.
Realizar masajes: los movimientos básicos de masaje ayudan a mejorar la circulación, combaten el estrés, relajan los músculos y estimulan el sistema linfático.
El masaje debe ser constante y uniforme, vigoroso en la musculatura y más suave en las zonas óseas. Debemos trabajar las zonas tensionadas que se detectan por la rigidez de la piel y musculatura.
Desde el interior: Con el hábito de beber un mínimo de ocho vasos de agua al día. El exceso, en este aspecto, nunca será perjudicial, sino todo lo contrario.
Mantener una alimentación completa, variada, diaria y balanceada es esencial.
La piel de la cara es la más sensible de todo el cuerpo, por eso, la rutina de limpieza facial debe incluir siempre la hidratación.