Hay una temporada para todo, un tiempo para cada actividad bajo el cielo, Un tiempo para nacer y un tiempo para morir. Un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar, Eclesiastés 3: 1, 2.
Comencé mi columna con un versículo que me gusta mucho y habla del tiempo que tenemos para hacer lo que queramos en cualquier tiempo, porque tenemos libre albedrío, pero nunca debemos dejar a Dios. Él debe ser nuestra prioridad porque al final él es el dueño de nuestro corazón.
Nunca podemos dejar de luchar por las cosas que queremos, debemos siempre saber que todas las promesas que nos ha hecho el Señor siempre se van a cumplir y que ninguna oración de nosotros regresa vacía. Cada año que he pasado desde que estoy en el medio me doy cuenta de que todo se repite, una y otra vez, pero con distintas personalidades del mundo del espectáculo. Unas más famosas que otras, otras más fashion, otras más rumberas, otras más tranquilas, otras más cristianas, otros ateas, otras buscando respuesta a su futuro, otras controversiales, otras que están, pero es como si no estuvieran, pero al final tenemos algo maravilloso. Trabajamos para ustedes que leen nuestras notas, que ven nuestros programas, otros que nos escuchan y al final es transmitir el mensaje cada uno con su estilo, pero con un corazón enorme para todos ustedes.
Amo cada tiempo que he vivido y como dicen los abuelos: el tiempo de Dios es perfecto.
Mañana les cuento sobre una labor que estoy desarrollando y para la cual saco la fuerza que solo proviene de Dios. Hasta mañana.