Un escalón al cielo es lo que nos dicen cuando hacemos una buena obra. Entonces, es normal que las personas entren en ese juego mental de que cada vez que hacen algo bueno se acercan más a la posibilidad de entrar en el paraíso. Pero ¿qué pasa si en vez de ganarnos escalones para llegar al paraíso, construimos la escalera más hermosa que jamás nadie ha construido?
Selarón es el artista que conocí en Río de Janeiro, y honestamente una de las personas más interesantes del viaje que les he estado contando.
Es un viejo que muchos tachan de ermitaño que día a día iba decorando con mosaicos, las escaleras del barrio. Selarón solo se dedicaba a buscar mosaicos abandonados y coloridos; casi ni hablaba con las personas. Recuerdo bien cuando me confesó que en un inicio ni siquiera sabía por qué era tan importante para él decorar las escaleras.
Hoy en día, Selarón tiene la obra de arte, con mosaicos de 60 países diferentes y 215 escalones, más bonita que he visto en mi vida. No solo por cómo se ve, sino también por la historia que está detrás de su obra de arte.
Selarón, en mi mente, siempre me recuerda, que a veces aunque uno no tenga los motivos muy claros, igual vale la pena salir del sofá y actuar, porque vinimos al mundo a crear y no a descansar.
Amigo, Selarón, que en paz descanses y gracias por lo mucho que nos dejaste, espero que siempre la gente vea vida en las escaleras que tú decoraste.
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