Los militares estadounidenses se percataron que Noriega estaba en la Nunciatura de Panamá, por lo que rodearon el edificio e impidieron la salida o entrada de cualquier persona.
Al observar de que Noriega no iba a salir voluntariamente, los militares estadounidenses realizaron una táctica de guerra psicológica: tocaron heavy metal (rock pesado) a través de unos altoparlantes inmensos que rodeaban el sitio sin interrupciones por tres días, hasta que el Nuncio Sebastián Laboa logró convencer a Noriega, para que se entregara a las fuerzas estadounidenses que rodeaban el edificio. El 3 de enero el militar se entregó a los norteamericanos.
Recuerdos inborrables
Reinaldo Aguilar, de 69 año, nació en populoso barrio de El Chorrillo y recuerda como fue el angustioso momento que vivió durante la invasión de los Estados Unidos a Panamá. Expresó que en El Chorrillo se veían a personas muertas en todas las calles.
Aguilar, considera que no se debió matar tanta gente por capturar a un solo hombre.