Las reliquias de los papas recién proclamados santos Juan Pablo II y Juan XXIII fueron colocadas junto al altar mayor del atrio de la Plaza de San Pedro, donde el papa Francisco celebró la canonización de los pontífices.
Los relicarios fueron entregados justo después de que el papa proclamase santos a ambos pontífices.
El relicario en plata del papa Karol Wojtyla fue llevado a Francisco por Floribeth Mora Díaz, la mujer costarricense cuya sanación en 2011 se consideró el segundo milagro que sirvió para canonizar Juan Pablo II.
La reliquia era una ampolla con la sangre del papa polaco.
La reliquia de Juan XXIII es un trozo de piel que fue removido de su cuerpo, exhumado en 2001 para su beatificación.
El relicario del llamado Papa bueno fue entregado al papa Francisco por los sobrinos-nietos de Roncalli.
Estos mismos relicarios fueron los que se utilizaron para la beatificación de ambos pontífices.