La hija rebelde de Fidel Castro, Alina Fernández Revuelta, intuye que todavía no debe volver a Cuba, pues no quiere tener problemas con las autoridades de la Isla, según confiesa en una entrevista en la que revela mucha pena por no poder ver a su madre y define a su padre como un hombre de una elevada crueldad.
A sus 58 años, Alina Fernández vive exiliada en Miami, muy cerca de la pequeña Habana, justo al lado de la calle 8, en una sencilla residencia donde comparte recuerdos y muestra fotografías en las que está abrazada a su padre, vestida de novia, junto a un sonriente Fidel Castro con uniforme militar verde oliva. Escapó de Cuba a los 38 años, en 1993, y a pesar del tiempo transcurrido y de que las normas para viajar a la Isla se han relajado bastante, la hija de Fidel Castro cree que su regreso a Cuba podría ser inconveniente.
No quiero tener problemas. A estas edades una es menos aventurera, dice Alina Fernández, con cierta emoción y un largo silencio, roto solo para confesar un punto de dolor y amargura por ese retorno hasta ahora imposible: me da mucha pena, porque mi madre está mayor. Su madre, Natalia Revuelta, tiene 88 años, apenas unos meses mayor que Fidel Castro.