Una mujer que llevaba un niño contra su pecho le preguntó a un maestro: ¿Cómo debo guiar a mi hijo?. Y él respondió: Vuestros hijos no son vuestros hijos. Son los hijos y las hijas de los anhelos que la vida tiene de sí misma. Vienen a través de vosotros, mas no de vosotros y aunque vivan con vosotros, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, mas no vuestros pensamientos, pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis albergar sus cuerpos, mas no sus almas. Porque sus almas moran en la casa del mañana, que ni aún en sueños os es dado visitar.
Podéis esforzaros por ser como ellos, mas no intentéis hacerlos como vosotros. Porque la vida no marcha hacia atrás, ni se detiene en el ayer.
Deja que tus hijos vuelen solos del nido cuando llegue la hora, y no los reclames para que vuelvan; ellos te querrán por siempre y tendrán también su nido en el cual algún día ellos solos quedarán, pero fue su nido y su vida; déjalos libres, ámalos con libertad, no apagues el fuego de su hogar, vive y deja vivir y ellos siempre te querrán.