Imagínate por un momento que eres una manzana con una preciosa cáscara brillante. Pules la cáscara cada día, y pareces hermosa a la vista de todo el mundo. Esa manzana es como nuestras personalidades llenas de máscaras. Llenas de conceptos ideales de cómo tendríamos que comportarnos y qué tendríamos que hacer. Estos conceptos ideales nos dicen que deberíamos ser gente buena, que no deberíamos enojarnos, ser exitosos, ser padres amorosos. Nos proveen con un billón de presunciones acerca de cómo tendríamos que ser.
Y caminamos durante toda nuestra vida pretendiendo ser eso. Continuamos puliendo el afuera, pero el centro y la esencia de quienes somos tiene un gusano muy grande arrastrándose por dentro. Y este gusano ha sido creado por rabia, depresión, autoabandono, pérdida del espíritu y de la verdad de quienes somos. Para que la parte exterior de la manzana sea realmente brillante, perfecta y luminosa tenemos que ir adentro y remover lo que no es real. Ese gusano grande y feo ha estado nadando alrededor de nuestra conciencia, bloqueando la luz del amor incondicional en nuestras raíces.