El santo Joneyed acudió a La Meca vestido de mendigo. Estando allí, vio cómo un barbero afeitaba a un hombre rico. Al pedirle al barbero que le afeitara a él, el barbero dejó inmediatamente al hombre rico y se puso a afeitar a Joneyed. Y al acabar no quiso cobrarle. En realidad, lo que hizo fue darle una limosna.
Joneyed quedó tan impresionado que decidió dar al barbero todas las limosnas que pudiera recoger aquel día.
Sucedió que un acaudalado peregrino se acercó a Joneyed y le entregó una bolsa de oro. Él se fue aquella tarde a la barbería y ofreció el oró al barbero.
Pero el barbero le gritó:
- ¿Qué clase de santo eres?
- ¿No te da vergüenza pretender pagar un servicio hecho con amor?
*A unos les cuesta saber dar y a otros les cuesta saber recibir ¿cuándo fue la última vez que te permitiste recibir?