Este espacio hoy se lo voy a dedicar con mucho amor, a mi querida madre Hermelinda Ortiz Ellis, quien el pasado lunes 17 de septiembre cumplió 74 años de vida. Mela, como te decimos de cariño tus hijos y todos los que te conocen, solo me queda darte las gracias por habernos educado con mucho sacrificio, pues nunca desmayastes ante las adversidades.
Recuerdo que trabajando en casa de familia y planchando lo ajeno, hacías magia para que el poco dinero que ganabas te alcanzara para enviarnos a la escuela, pagar la casa y comprar la comida.
Te ibas muy temprano y regresabas a casa, como a las nueve de la noche, con una bolsa de pan, que nos comíamos con una crema, cuando había. Sin saber tu sacrificio, mis hermanos y yo te reprochábamos por la cena que nos traías, pero de algo sí puedo dar fe, nunca nos acostamos con el estómago vacío.
Y cuando te quedabas sin trabajo y no podías pagar la casa, te preocupabas cuando llegaban las citaciones del Banco Hipotecario, pero real a real y luego, con la ayuda mía y la de mi hermano Eduardo, logramos cancelar la casa.
En mi mente guardo uno de los recuerdos más lindos, cuando te veía poner dentro del baño, en unos cubos con agua, las botellas vacías conocidas como pachitas.
Esas botellas las limpiabas y un día te acompañé hasta Monte Oscuro a venderlas en una compañía; por cada botella nos pagaron cinco centésimos.
Para no gastar lo poco que nos dieron por las botellas en taxi o en bus, fuimos y regresamos hasta la casa caminando. Con ese dinero compraste arroz, vegetales y salchichas, con lo que cocinaste una humilde, pero rica cena. Por todo esto y lo que has luchado para hacer de tus hijos hombres y una mujer de bien, solo me queda decirte, gracias, Melita.
