Aunque no es el Día de la Madre, he decidido escribir sobre los seres más maravillosos que hay, pues esas damas son capaces de hacer cualquier cosa por sus hijos.
Hace 24 años mi mamá, Modesta González, vivió uno de los episodios más tristes de su vida al perder a su esposo (quien era mi padre) por enfermedad. Ella trabajó muy fuerte por sus cuatro hijos, deseaba que nosotros fuéramos personas de bien, y lo ha logrado.
Así como mi madre, existen miles de historias de las maravillosas damas que dan lo mejor de sí todos los días para ver a sus pequeños convertirse en excelentes ciudadanos.
Recuerdo haber conocido en el Instituto Oncológico Nacional (ION) a una señora enfrentarse a una enorme batalla contra el cáncer, le habían detectado la enfermedad hacía un año. Me conmoví al observar siempre a su lado a su hija menor y al buscar entre sus pensamientos los tristes momentos vividos lloraba, pero con un gran abrazo hacia su pequeña parecía llenarse de energías.
La madre a la cual le habían detectado cáncer severo, solo le pedía a Dios que le diera vida para ver a sus dos hijas menores de edad graduarse de sexto año; me di cuenta de que aquello que nos dicen es cierto, debemos demostrarles todos los días, no solo el 8 de diciembre, amor a esos seres abnegados porque cuando nos falten lamentaremos no haberlo hecho.
Le doy gracias al Todopoderoso el haberme regalado a una madre abnegada, y a todos los hijos los incentivo a valorar a esas damas ejemplares; pues aunque nosotros crezcamos, ellas jamás nos dejan de ver como sus niños consentidos.