Cuando estaba en la universidad, recuerdo que era una persona que participaba de vicio en las clases; con esto me ganaba el cariño y en cierta forma el respeto de algunos profesores, pero por otra parte, me aguantaba las malas caras de ciertos compañeros que no les gustaba esto. Sé que de cierta manera eso molesta, pero como dicen, no hay preguntas tontas, sino tontos que no las hacen por presión de otros, esta última parte la agregué yo. Así que las malas caras e indirectas, no me importaban, puesto que no me puedo quedar con las ganas de saber algo solo por que los demás me intimiden.
El punto es, que al igual que en mi caso, sé que hay muchas personas que están en la misma situación y que reciben críticas y malas caras solo por querer instruirse más, el hecho de ser señalada como cepillona, lame botas por terceros que, en su mayoría, no tienen aspiración alguna en la vida, es algo que en cierto modo puede llegar a enervarte, pero que al final, solo te hace más fuerte y te demuestra que en esta vida no se puede quedar bien con todos y que hay gente que, más que alegrarse por lo bueno que a uno le pase, lo que hacen es rogar porque te ocurra un chasco. ¡Qué feo! Pero es verdad.
La vida justa, no existe; está llena de complicaciones y tropiezos, pero es importante saber sobrellevar las críticas. ¡Ojo! Se aprende de ellas, pero en ocasiones hay que ser selectivos y saber determinar quién realmente nos da sabios consejos y quién nos quiere ver mal.