Sus bosques han convertido a Chapala, corregimiento Juan Demóstenes Arosemena, en el distrito de Arraiján, en un sitio atractivo para las promotoras de viviendas.
Las 11 barriadas que se han construido y los proyectos residenciales que se promocionan lo ratifican, pero 10 años atrás era poco lo que se sabía de esta joya del sector oeste del país.
Quien tiene eso clarito es Catalino González, de 89 años, quien llegó a vivir al lugar en 1966, cuando solo había cuatro casitas en todo Chapala.
Antes de esa época, específicamente en la década de los 40, cuando se libraba la Segunda Guerra Mundial, un área de Chapala era ocupada por el Ejército de los Estados Unidos.
Según González, los gringos tenían una base en los terrenos donde hoy se ubica la escuela vocacional de Chapala, porque al ser tan alto podían vigilar todo el sector y poner sus armas.
Ellos construyeron la calle antes de irse, pero como el Gobierno no quiso pagar, trajeron unas máquinas y la destruyeron en varias partes, dijo González.
Este chiricano, oriundo de Quebrada de Piedra, está complacido de haberse mudado para Chapala, porque cumplió los sueños de levantar a sus hijos, pues en su pueblo natal en esa época los niños solo estudiaban hasta sexto grado.
No se puede hablar de este lugar sin hacer referencia a la escuela vocacional de Chapala, fundada en 1969, regentada por la Congregación de los Padres Terciarios Capuchinos.
Su director, el padre Alvin Lantigua, explicó que por años fue una base militar, pero en 1965 Federico Humbert tuvo la visión de crear un lugar donde los muchachos en riesgo social fueran atendidos.
No cabe duda de que Chapala es una joya con mucho potencial que está creciendo y atrayendo a los inversionistas, quienes están construyendo muchas barriadas en el área, dista mucho del pueblito rural al que llegó el chiricano González, en la década de los 60.