"Transportado", así se siente el maestro Eduardo Charpentier Castro cuando está dirigiendo una orquesta. Y cuando escucha música clásica.
"Uno se entrega a la música y se le olvida todo lo que está alrededor. Para mí es difícil expresarme con la palabra. Es más fácil hacerlo musicalmente", afirma.
El connotado compositor nacional ofrecerá un concierto gratuito mañana miércoles en la noche en el Teatro Nacional, a las ocho.
Nos informó que en el concierto "Nuestra música sin frontera" la concurrencia podrá deleitarse escuchando doce temas de otros destacados músicos locales, entre ellos su padre, Eduardo Charpentier Herrera, quien fue director de la Orquesta Sinfónica Nacional y de la Banda Republicana.
Estas obras están contenidas en un CD del mismo nombre, "Nuestra música sin fronteras", agregó Osmand Charpentier, también músico, quien es el productor ejecutivo.
Explica que su tío Eduardo Charpentier Castro ofreció un concierto el año pasado en mayo y el CD es una postproducción, donde hay temas también de Ovidio Alba, Vicente Gómez Gudiño y Clarence Martins.
El maestro Charpentier añade: "Siempre quise hacer un arreglo a Panamá Viejo que es casi como un segundo himno nacional. Aunque me costó desvelarme varias noches lo logré. Acabo de terminar un arreglo de Ricardo Fábrega que lo va a cantar el tenor panameño Carlos Tovar, hermano de Any Tovar, jurado de Canta Conmigo. Además, Luis Efraín Castro (oboísta panameño) va a tocar un pastoral mió para oboe y orquesta sinfónica."
Charpentier, de 86 años, padre de dos hijos y feliz abuelo (tiene dos nietos), nos dijo que se siente satisfecho con la época en que le ha tocado vivir y "lo que me preocuparía sería no ver lo que va a suceder, ya que así como el mundo ha avanzado a esta velocidad yo diría que vamos a tener un nuevo canal y que muy pronto vamos a tener aviones supersónicos que nos van a permitir teletransportarnos".
Dialogamos con él para conocer un poco más sobre la vida del prolífico compositor, autor de más de 70 obras y le pedimos que nos relatara algunas anécdotas divertidas.
Primero dijo que no le venía a la mente ninguna, pero, al rato, mientras conversábamos sobre sus gustos, si era o no madrugador, sus planes y otros asuntos, lo vimos sonreír y como un chico travieso nos dijo que acababa de recordar una anécdota: "Fue cuando llegué a París. Me fui de Nueva York en la bodega de un barco. Llegué a París recomendando por un maestro de flauta que había tenido en Chicago". Iba recomendado por él, pero no sabía francés. Ahora es trilingüe.
Opina que aunque se ha avanzado en la apreciación de la música clásica en Panamá, aún "no es cuestión popular y no se le ha dado el respaldo que debía tener a la Orquesta Sinfónica y a la Banda Repúblicana".
Él piensa que los jóvenes "están muy enamorados del jazz, el reggae y la electrónica. "
Sigue diciendo que en el mundo no es así. Los músicos en Estados Unidos son subvencionados por el público a diferencia de Francia e Italia donde el gobierno es el que los subvenciona y los forma. Pero, los que no conocen de esto piensan que para qué invertir en la Orquesta Sinfónica, que no produce ganancias. Pero, es que una orquesta sinfónica no está para generar ganancias, está allí para impartir cultura y ser músico exige mucha disciplina, dedicación.
Recuerda que cuando estaba en París se levantaba a ensayar a las 6 de la mañana y era el mediodía y todavía no había desayunado. "Eran hasta 12 horas de ensayos diariamente. Por las eliminatorias. Uno vivía aterrado. Cada tres meses las había. Son muy selectivos en el Conservatorio Nacional de París. Totalmente."
En cuanto a literatura, él se considera un ávido lector. Últimamente ha estado leyendo a Juan David Morgan. Menciona algunas obras que ha leído del abogado y escritor panameño: "El caballo de oro" (sobre el ferrocarril) y "Entre el honor y la espada" (sobre el pirata Henry Morgan).
"Siempre estoy leyendo, tengo un cuarto lleno de libros. Sino estoy leyendo estoy componiendo. Antes era estudiando, la flauta", expresa y agrega que viajar también es algo que le gusta.
"Especialmente ir a Madrid. Cuando llego al kilómetro cero, que queda en la Puerta del sol camino hacia la Plaza Mayor, en la que hay un restaurante que tiene una ventana donde yo me siento a comerme una buena paella con un buen vino español y miro todos los balcones y la estatua ecuestre de Carlos III. Allí me inspiré para escribir la obra para flauta y orquesta que se llama La ventana mágica y que inicia con el contrapunto armónico".