Nuestros músculos necesitan energía para ejercer sus funciones. El «combustible» que genera dicha energía es una proteína llamada creatina fosfato. La creatina fosfato es sintetizada en el hígado y posteriormente almacenada en los músculos.
Nuestra musculatura está permanentemente en actividad, incluso cuando estamos en reposo. Esto significa que pasamos todo el tiempo consumiendo creatina fosfato. Esa creatina fosfato se transforma en creatinina, utilizada por el músculo.
El examen de creatinina en sangre se realiza para ver qué tan bien funcionan los riñones. La creatinina es eliminada del cuerpo completamente por los riñones, de una forma constante. Si la función renal es anormal, los niveles de creatinina se incrementarán en la sangre, debido a que se elimina menos creatinina a través de la orina.
Los niveles de creatinina también varían de acuerdo con la talla y la masa muscular de una persona. El rango normal es de 0.7 a 1.3 mg/dL para los hombres y de 0.6 a 1.1 mg/dL para las mujeres. Es más bajo en las mujeres por que comúnmente tienen menor masa muscular. Estos rangos de los valores normales pueden variar ligeramente entre diferentes laboratorios.
Una creatinina alta puede asociarse a enfermedades o afecciones renales diversas agudas y crónicas: necrosis tubular aguda, deshidratación, nefropatía diabética, preeclampsia o eclampsia (un trastorno hiperintensivo, inducido por el embarazo que puede incluir convulsiones), glomerulonefritis, insuficiencia renal, distrofia muscular, pielonefritis, reducción del flujo de sangre renal (shock, insuficiencia cardíaca congestiva), rabdomiolisis y obstrucción de las vías urinarias.
La medición de la creatinina es importante para detectar la
insuficiencia renal en fases precoces, evitando así las complicaciones de la enfermedad.
Con solo el valor alto de la creatinina no se puede hacer un diagnóstico. Sin embargo, el riesgo que pueda presentar una insuficiencia renal crónica aumenta si presentas obesidad, fumas, tienes historia familiar de riñones poliquísticos, glomerulonefritis o insuficiencia renal crónica; eres mayor de 50 años; tienes presión arterial alta, enfermedades cardiacas graves, principalmente insuficiencia cardiaca, diabetes, cálculos renales o infecciones urinarias a repetición.
Otros factores que se relacionan con insuficiencia renal incluyen edemas (hinchazón) sin causa definida o anemia sin causa definida. Por otro lado, alteraciones en la orina como sangrado (en general se presenta como orina color de mate o Coca-Cola) o exceso de espuma (parece espuma de cerveza) que es una señal de proteinuria (pérdida de proteínas por orina).
Otros signos a ser tomados en cuenta son la pérdida del apetito, náuseas matinales y debilidad intensa sin causa aparente.
Como ves, el análisis de un resultado de laboratorio, sin una historia completa, no nos ayuda mucho a hacer un diagnóstico. Siempre es recomendable que un médico interprete los resultados de laboratorio en el marco de una evaluación integral que incluya una historia clínica y un examen físico.
Es necesario prevenir y tratar todas aquellas afecciones que
puedan provocar el daño renal, para evitar o retrasar la aparición de una insuficiencia renal crónica. El control de la hipertensión arterial, con la medicación adecuada y unos hábitos de vida sanos (dieta equilibrada y sin sal, ejercicio físico regular y abstención de fumar), es fundamental, tanto para prevenir el desarrollo de patologías renales, como para evitar la progresión del daño renal cuando ya se ha instaurado la enfermedad.
Pero la mejor forma de tener un riñón sano durante mucho
tiempo es ser cuidadoso con los hábitos en la comida y mantener una vida activa y llena de ejercicios. Consumir muchas frutas y verduras e hidratarse constantemente es muy importante para prevenir la insuficiencia renal. Las personas sedentarias suelen ser las que más sufren de enfermedades renales, la falta de actividad física con el tiempo terminará afectando a los riñones y se puede asociar al sobrepeso, que es una de las mayores causas de hipertensión arterial y diabetes, enfermedades que dañan los riñones. Evitar la automedicación. Los medicamentos en dosis inadecuadas pueden ser tóxicos para los riñones.