Las japonesas se tapan la boca cuando rién porque sus antepasados consideraban el blanco de su dentadura no llamativo y se pintaban los dientes, de modo que recurrieron a un color totalmente opuesto que terminó siendo todo un símbolo de belleza.
Este tipo de tradición se empezó a practicar desde el periodo Nara (Nara-jidai), que va desde el año 710 al 784; concretamente cuando la emperatriz japonesa Genmei establece la capital de Japón en el palacio Heijo-kyo de la ciudad de Nara.