Un reloj de sol habilitado en una de las calles empedradas en la histórica población de Portobelo, utilizado por los españoles en la época colonial, aún puede observarse, pese al paso del tiempo.
Este es uno de los aportes para la historia del Istmo, que dejaron los conquistadores españoles, en su colonización de las tierras en parte del istmo.
Entrar a las fortificaciones españolas, y tocar sus paredes, transporta a las personas a aquella época en que eran traídos los negros de África, para ser comercializados, así lo considera la turista española María Josefa Granado, de 22 años de edad, quien vino a Panamá a conocer las huellas del Imperio español, a su paso por el Istmo.
Otra de las atracciones que llamó la atención de esta joven fue la imponente imagen del Cristo Negro de Portobelo, a la cual todos los 21 de octubre, cientos de personas acuden a agradecer o pedir milagros.
Asimismo la peruana Cayetana Zavala, de 34 años de edad, quien junto a su familia quiso caminar por las fortificaciones españolas y probar su rica gastronomía, a base de mariscos.
"En mi país tenemos el ceviche que es similar al de Panamá, a base de productos del mar, pero es bueno probar", dijo entusiasmada, mientras observaba el reloj de sol, en una de las calles de esta histórica comunidad.
Aparte de los monumentos históricos, testigos de la historia panameña, está la rica gastronomía, basada en los productos del mar.
Para Ida de Jiménez, propietaria de un restaurante, que lleva su nombre, su otra herencia son las manifestaciones culturales, como la que organiza Andrés Jiménez en la terraza del Cristo Negro, donde ofrece a los visitantes el baile congo, que es muy contagioso, por su ritmo de cadera en las mujeres, muy sensual.
- Al Visitar el lugar no se puede dejar de ir a observar la imagen del Cristo Negro de Portobelo.