Estar enfermo no es fácil, y menos de cáncer, pues sufren el paciente y su familia, pero lo más duro es cuando esa persona es el único sustento de su hogar.
Lastimosamente, esta es la historia de Raúl Rodríguez, de 48 años, un humilde taxista a quien hace poco los médicos le detectaron cáncer de próstata.
Su diagnóstico es nada alentador, porque la enfermedad está avanzada y tiene un fuerte dolor en la rodilla derecha. Además, sufre diabetes, lo que lo está dejando ciego.
Al ser el único que sustenta su hogar, Rodríguez sale todos los días a trabajar en su taxi, pues tiene esposa y una niña de ocho años de edad.
Su esposa, Daysi Soto, de 26 años, no trabaja porque estaba al cuidado de un familiar, quien hace poco falleció de cáncer.
Ella, para ayudar en la economía de su hogar, hace tamales y bollos, los cuales vende en Los Llanos, Arraiján, donde residen.
Rodríguez apuesta su vida a la quimioterapia, por eso en su mente no hay cabida para la palabra muerte, pues cree que sanará.
Lizmaineth Hernández, psicóloga clínica de la Clínica Integral, quien lo está ayudando con su enfermedad, explicó que en estos casos hay que aceptar que no es fácil.
Agregó que la resignación es difícil de asimilar, más si la persona enferma es quien sustenta el hogar.
Ella recomienda en estos casos a los familiares acompañar a su ser querido en el difícil camino de su enfermedad, no desmayar y seguir el tratamiento médico.