Pese a ser uno de los países con mayor presencia de budistas en el mundo y contar con una minoría cristiana, el papa Francisco logró que Sri Lanka fuera por un día un país con protagonismo católico y que cientos de miles de personas oraran junto a él frente al océano Índico.
Si alguien bajase de un avión hoy en la antigua Ceilán difícilmente creería que el catolicismo es una minoría religiosa en un país que en realidad tiene una población budista en un 70%, hinduista en alrededor del 15%, con un 10% de musulmanes y apenas un 7% de cristianos (6.2% son católicos).
Todo el país se paralizó por un día por la visita de un papa que logró que su rostro se replicara de manera repetitiva en televisores, periódicos y calles, y que llevó a cientos de miles de personas a rebosar el parque Galle Face Green de Colombo para acompañarle en una gran misa.
Indios, tailandeses, gente venidas de países vecinos, europeos emigrados y naturalmente cingaleses aguardaron horas de espera y pasaron la noche durmiendo o en vela para estar junto al papa en la misa que dio a primera hora del día en el parque que asoma a Colombo al mar.
Estamos desde las 10.00 de la noche de ayer (martes), vinimos en auto propio y queríamos encontrar sitio para aparcar, dijo Antoinette Heilrarachchi, una mujer de 65 años que pasó la madrugada de ayer junto a varios miembros de su familia en el lugar de la ceremonia.
Sri Lanka ha elegido hace apenas siete días a Maithripala Sirisena como presidente, que ha llegado a la jefatura de Estado sustituyendo a Mahinda Rajapaksa, el gobernante que acabó la guerra entre oscuras sombras por la muerte de civiles, que según la ONU llegaron a 40,000 en la etapa final del conflicto con la guerrilla de los Tigres Tamiles.