Un bendito fenómeno de la naturaleza se ha convertido en un tremendo dolor de cabeza para muchos. Basta que caiga un aguacero de cinco minutos para que se produzcan grandes inundaciones en la ciudad capital.
Sin embargo, no es la lluvia sino el ser humano el causante de tantos desastres. La falta de sensibilización y la mala costumbre de la población en lanzar botellas, bolsas de plástico, colchones, neveras y todo tipo de desechos, tapa las alcantarillas, ríos y quebradas, produciendo grandes inundaciones.





