En 30 minutos, unidades de la Policía de Niñez y Adolescencia llegaron al lugar y observaron a través de la puerta de hierro a los cuatro menores de edad, y las condiciones en que se encontraban.
La puerta permanecía cerrada con llave; de inmediato llamaron a la corregidora de turno para abrirla. En ese momento llegó de su trabajo a la residencia el padre de los niños, enterándose de la situación; sus hijos tenían horas de estar solos en la casa, según se denunció en la llamada.